lunes, 8 de junio de 2009

animación flash para presentar propuesta de obra



Reflexiones sobre el cursor de escritura de la hoja de texto en blanco en la pantalla del ordenador proyectado sobre un lienzo pintado de blanco.
Silvia Cuenca y Belén Zahera



Entre nuestro lado de la pantalla y el otro lado, entra la propuesta de esa línea negra que late apareciendo y desapareciendo denominada cursor de escritura, que remite al texto pero donde no hay texto, que muestra la imagen del texto, sin mostrar imagen y con esa naturaleza se muestra ante el espectador palpitando. Como algo inexpresable existente tan sólo a nivel de potencia o de posibilidad de potencia, un inicio que no llega a serlo pero que por su condición podría, y es por ello que quizá alberga cierta idea de intimidad.
S.Cuenca

Quizá, lo más llamativo del cursor es que señala un texto en potencia. Un texto que no es importante en sí o de primeras por lo que dice, sino por su capacidad de ser posible. El cursor, como cualquier elemento potencial, tiene sentido en cuanto a que se integra en una dialéctica entre lo que no se puede hacer y lo que está hecho, o en otras palabras, entre lo que no se puede tener y lo que se tiene. Si este elemento potencial se desplazara hacia un lado o hacia el otro, perdería su calidad de posibilidad y, por tanto, ya no sería una potencia sino un imposible o un acto.Derridá afirma que la escritura tiene la forma exterior de la seducción, en tanto que seducir es prometer algo que no está presente. En este sentido, el cursor seduce, en un ámbito diferente al de la escritura, pues constituye su origen. La intermitencia del cursor, en la soledad de la hoja en blanco, promete un escrito que no está pero que es posible. Esta seducción no existiría si no se situase a medio camino entre lo imposible y lo ya hecho. La seducción existe sólo en el mismo espacio o dialéctica que el elemento potencial, y por tanto, subyace en ambos la condición de distancia “correcta” entre dos fuerzas opuestas, para mantener, precisamente, ese equilibrio o esa promesa.
B.Zahera

“Entre” lo que se ve, un lienzo en blanco, una hoja en blanco y lo que se puede ver representado, nada, se da lugar a un espacio para la posibilidad. El cursor nos facilita un lugar inmenso para el indicio del texto y de la imagen del texto, el propio cursor es un indicio que además alberga, principio y final. Se trata de incidir o insistir respecto la sobreescritura. Esto quiere decir que cualquier imagen podría estar a merced de ésta, en cuanto que quien la enfrenta la sobrescribe con la mirada. El lienzo pintado de blanco favorece la propuesta al desprenderse de la carga de una imagen figurativa, pero no de la representación.
S. Cuenca

Ante el cursor de escritura nadie podría asegurar si algo ha sido ya escrito y borrado o si algo se escribirá. Del mismo modo, ante un lienzo pintado de blanco no podremos saber con certeza si realmente se le dio otra capa de blanco tras la original, si hubo otra imagen anterior o si se pintará en adelante. Las huellas de lo que hubo están ausentes y el futuro es incierto. Sin embargo, el cursor sigue latiendo proyectado sobre un lienzo pintado de blanco. Se congela, así, un momento que podría alargarse en el tiempo, y que sería un presente que aglutinaría a su vez pasado y futuro sin ningún rastro aparente. El cursor y el lienzo blanco son un mismo límite, convergen en el mismo punto. Generan significado y posibilitan significantes, creando algo parecido a un supra-espacio para el signo. Aquel espacio entre lo que es imposible ver y lo que se ve, aquel que coincide con el de la representación.
B.Zahera

miércoles, 3 de junio de 2009

"Te miras y te dices que sin duda eres alguien, que ése del espejo eres tú. Y eres tú. Pero no hay nadie."

Miguel Morey